África. Fronteras y nuevos Estados

por GEES, 13 de julio de 2011

El mundo ha dado la bienvenida a un nuevo país: diez Estados meridionales de Sudán han alcanzado la independencia del norte. La nueva República de Sudán parte de unos paupérrimos niveles de desarrollo pero cuenta con el apoyo de la mal denominada "comunidad internacional". Este reconocimiento internacional es precisamente su principal garantía de futuro. Los países africanos, los de la Liga Árabe, la Unión Europea, Naciones Unidas, los Estados Unidos, todos apuestan por este nuevo Estado que además se quita el yugo de pertenecer a un país –Sudán– aislado internacionalmente, y sancionado económica y políticamente. A Juba están llegando ahora importantes inversiones, de Occidente pero también de los países vecinos que ven cómo se abre un nuevo mercado para ellos, y las embajadas crecen a marchas forzadas.
 
Considerados como ciudadanos de segunda por las élites árabes del norte, los sudaneses del sur han estado en guerra con Jartum desde el mismo momento de la independencia de Sudán, en 1956. Después de cincuenta años luchando, con un periodo de paz en los 70, han logrado una independencia que para algunos supone abrir de nuevo la caja de Pandora. ¿Por qué no reconocer Somaliland como un nuevo Estado si funciona de manera autónoma desde los 90? Es una pregunta que aparece estos días en los medios. Nadie duda de que muchas de las fronteras africanas son absurdas y, si bien el caso de Sudán del Sur puede despertar algunos ánimos independentistas, la opinión africana generalizada es que la inviolabilidad de las fronteras nacionales promueve la paz. Una idea que cada vez va más unida al creciente sentimiento de unidad e identidad africana. Por ahora parece poco probable que se produzca un efecto dominó, también porque las élites árabes son las primeras que se benefician de las actuales estructuras.
 
Cabe recordar, además, que la independencia de Sudán de Sur es la consecuencia de un Acuerdo General de Paz, firmado en 2005. Jartum y Juba –apadrinados por los Estados Unidos, Reino Unido, Noruega y Kenia, y el apoyo de los Estados africanos– establecieron un proceso para implementar la paz que incluía la celebración del referéndum de independencia. Éste se celebró en enero de 2011, según lo acordado, y meses después se ha proclamado la independencia oficial.
 
Ha sido un proceso largo pero negociado, en el que los sudaneses del sur nunca han pedido la destrucción del norte. Dos importantes diferencias a tener en cuenta por aquellos que van más allá de las fronteras africanas y tratan de trasladar el ejemplo a los palestinos. Éstos pretenden convertirse en el próximo Estado reconocido por la Asamblea General de la ONU, aunque no como consecuencia de un acuerdo entre las partes.
 
Las declaraciones unilaterales de independencia utilizando la oportunidad política y argumentando la irreversibilidad de lo hechos no son la solución. ¿Frenarían los palestinos su lucha armada contra Israel tras la independencia? Ellos mismos han dicho que no.