Abraham Lincoln. La Nación y la Igualdad

por Álvaro Martín, 20 de febrero de 2008

Estados Unidos celebra estos días el 199 aniversario del nacimiento de Abraham Lincoln, el hombre a quien se deben la nación americana y la igualdad ante la ley de sus ciudadanos. Para Lincoln, ambas cosas resultaron ser la misma.
 
En 1861, fecha en que comenzó la Presidencia de Abraham Lincoln y la Guerra Civil, la abrumadora mayoría del pueblo americano no tenía otro contacto con el Gobierno de EE UU o con la idea de nación que el servicio de correos. En la medida que los americanos tenían una idea de nación, ésta se refería al estado en el que residían (Virginia, Massachussets, Carolina del Sur) y no a la federación americana. Estados Unidos se conjugaba en plural: “Los Estados Unidos son…” y no “Estados Unidos es…”. El paradigma de los primeros ochenta años de existencia de la República había sido el concepto de democracia jeffersoniana: los derechos individuales no podían ser restringidos por los poderes públicos, pero si éstos debían intervenir para regularlos, los estados de la Unión eran los únicos legítimos para hacerlo y no la propia Unión. Uno de esos derechos absolutos era el de ostentar la propiedad de esclavos africanos. El país se dividió entre los estados del Norte, donde no existía la esclavitud, y los del Sur, donde no podía cuestionarse. Un político del recién creado (1954) Partido Republicano, Abraham Lincoln, habló de esa polarización en estos términos: “Una casa dividida contra sí misma no puede durar”.
 
Y no lo hizo. Con la elección de Lincoln en 1860, once estados del Sur tomaron la determinación de separarse de la Unión entre diciembre de ese año y mayo de 1861. Y el conflicto llegó en abril de 1861. La guerra por la Unión se convertiría en la guerra por la igualdad en septiembre de 1862, cuando Lincoln dispuso el Decreto de Emancipación. La nación sólo existiría ya en libertad y de ningún otro modo. En 1863, Lincoln fue a Gettysburg a decir que EE UU había sido creado “en libertad”, una nación dedicada a la idea de que “todos los hombres han sido creados iguales”. Pero no esto no fue cierto hasta que Lincoln lo hizo real, realizando la más radical reinterpretación de la Constitución americana hasta entonces. Muerto Lincoln, los principios enunciados en Gettysburg convirtieron a Estados Unidos en una nación e impusieron la igualdad de sus ciudadanos como ultima razón de su sistema político. Lincoln no llegó a ser testigo de la plasmación constitucional de ese cambio trascendente. Fue la mayoría republicana en el Congreso la que aprobaría la primera legislación de derechos civiles, las Enmiendas Decimocuarta y Decimoquinta.
 
La Enmienda Decimocuarta disponía la nacionalidad americana para todas las personas nacidas o naturalizadas en EE UU (y, por tanto, todos los afro-americanos). Los ciudadanos serían iguales ante la ley y la nación, EE UU, garantizaría esa igualdad, así como los derechos a la vida, a la libertad y a la propiedad - frente a los estados si fuere necesario. Por primera vez en la historia constitucional del país, los estados desaparecían en la esfera de los derechos fundamentales y nacía la vinculación directa entre la nación y sus ciudadanos. Por primera vez, el poder federal se atribuía la competencia de hacer ejecutar las leyes de la que previamente había carecido. La Enmienda Decimoquinta establecía las mismas garantías con respecto al derecho de voto de todos los ciudadanos. Lincoln había, en verdad, fundado una nación inseparable de lo que hoy llamamos estado de derecho.
 
La Administración de Lincoln no sólo dio contenido político a las ideas de nación e igualdad. De esa época procede la institución jurídica de la responsabilidad limitada de las empresas, lo que abrió la puerta al capital de riesgo necesario para acometer las obras públicas (ferrocarriles, canales de navegación, carreteras) e incorporar empresas, bancos y factorías, de manera que su vida económica se prolongara más allá de la muerte de sus socios constituyentes. El Partido Republicano, durante los cuatro años de Lincoln, creó también el primer impuesto sobre la renta, sentó las bases para el desarrollo de las universidades a base de concesiones de tierras y estableció el dólar como medio de pago exclusivo acabando con la pluralidad de los medios existentes cuya base eran los billetes bancarios. La asociación del Partido Republicano con el mundo de la empresa y la economía se gesta entonces.
 
Muchas de las revoluciones europeas entre 1848 y 1871 tuvieron como leit motif la creación de naciones como ámbitos necesarios para la protección de los derechos individuales y la igualdad ante la ley. En ningún caso esto es tan evidente que en la más grande de todas ellas, la que se ha dado en llamar Segunda Revolución Americana, impulsada por Abraham Lincoln, el bicentenario de cuyo nacimiento se conmemora en 2009.