11-S: Teorías de la conspiración. Oriente Medio sigue confundido sobre el 11 de septiembre y los elitistas medios de comunicación también

por Clifford D. May, 12 de septiembre de 2008

(Publicado en National Review, 11 de septiembre de 2008)

Herzliya, Israel - Estoy asistiendo a la Cumbre Mundial sobre Contraterrorismo en este suburbio de Tel Aviv y estoy tomándome un café mientras leo el International Herald Tribune. Y allí en la página 2, hay una noticia proveniente de El Cairo que informa que 7 años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, la “ortodoxia” en Oriente Próximo es que “Estados Unidos e Israel tuvieron que haber estado implicados” en la planificación, por no decir en la ejecución de esa masacre.

Un ingeniero sirio dice que Estados Unidos organizó el 11 de septiembre como “excusa para invadir Irak por su petróleo”. Un conductor egipcio afirma que “todos saben” que aquella mañana los judíos no fueron a trabajar y se quedaron en casa. Un estudiante que piensa entrar en el sector turístico dice que no se puede confiar en los americanos porque “mataron a Saddam y torturaron a mucha gente”.

 
Y Wahid Abdel Meguid, vicedirector del Al Ahram Center for Political and Strategic Studies, que es financiado por el gobierno, dice que los árabes y los musulmanes creen que “Estados Unidos está predispuesto contra ellos. Por tanto, jamás piensan que Estados Unidos tenga buenas intenciones y siempre sienten que sea lo que sea que Estados Unidos haga, lleva segundas intenciones”.
 
No menos preocupante que estas opiniones es la actitud adoptada por el corresponsal extranjero, Michael Slackman. Siendo las exigencias de la corrección política en los elitistas medios de comunicación lo que son, él no ha hallado ni una sola fuente que sugiera que el predominio de esas actitudes reflejan el hecho que los gobiernos y los medios de comunicación en Oriente Próximo tienen como parte de su rutina difundir infundios llenos de antiamericanismo y antisemitismo. Él no logra ver que las escuelas en la región inculcan la parcialidad mientras dejan de lado el pensamiento crítico. Ni siquiera puede hacer mención - aunque sea de forma suave - de la posibilidad que la persistencia de esas creencias, mucho después que los detalles de la trama de al-Qaeda salieran a la luz pública, puedan revelar una patología en la cultura del contemporáneo Oriente Próximo árabe. 
 
En su lugar, la única teoría a la que le dedica tinta es que tales ideas demuestran “el primer fracaso en la guerra contra el terrorismo”: La incapacidad de convencer a la gente del lugar que Estados Unidos, en realidad está luchando contra el terrorismo y que no está en una cruzada contra los musulmanes”.
 
Por tanto ¿se debe a las deficiencias de la diplomacia pública americana que la afamada “Calle Árabe” piense que los americanos incineraron a sus propios compatriotas americanos como parte de una “cruzada” contra los árabes?
 
Por supuesto que ayudaría si los periodistas como Slackman mencionaran a sus interlocutores que no hay evidencia alguna de que Estados Unidos se haya robado ni una sola gota de petróleo iraquí. Evidentemente no se le ocurrió preguntarles a sus entrevistados si se sienten igual de indignados por los atentados en serie contra civiles iraquíes por terroristas de al-Qaeda y con los asesinatos realizados por las milicias patrocinadas por Irán. ¿O pensarán también que esos asesinatos fueron planificados por la CIA y el Mossad? Ni tampoco se tomó el trabajo de preguntarles si son conscientes de que tales atrocidades han disminuido dramáticamente gracias a los esfuerzos de las fuerzas militares americanas que trabajan codo con codo con sus compañeros de armas iraquíes?
 
Él podría haber provocado algunas respuestas interesantes si hubiera señalado que los americanos repetidamente se han sacrificado derramando su sangre y poniendo su dinero para rescatar comunidades musulmanas.
 
Los americanos intervinieron en los Balcanes para proteger a Bosnia y a Kosovo contra vecinos cristianos hostiles. Los americanos salvaron a Kuwait del salvajismo de Saddam Hussein. América liberó a Afganistán de las garras de los talibanes que son subsidiarios de al-Qaeda. También habría podido mencionar los miles de millones de dólares en ayuda que los contribuyentes americanos han donado a los palestinos. 
 
En vez, Slackman nos cuenta que los “expertos aquí” dicen que los americanos podrían entender mejor la región “si simplemente escuchasen  lo que la gente está diciendo - y tratasen de entender por qué lo está diciendo - en lugar se sentirse ofendidos”. Y añade: “Aquí la opinión en general es que incluso antes del 11 de septiembre, Estados Unidos no era un mediador justo en el conflicto árabe-israelí y que luego sacó partido de los atentados terroristas para fortalecer a Israel y socavar al mundo árabe musulmán”.
 
Sí, todo redunda en Israel: Apoyar la idea de un estado judío que goce de seguridad y que viva en paz al lado de un estado palestino independiente, ¡simplemente no es justo! Así pues, en respuesta, debemos esperar que los extremistas maten inocentes mientras que aquellos con menor inclinación a ese tipo de activismo se dedican a echarle la culpa de los crímenes a israelíes y americanos y los “expertos” acusan a los americanos de aprovecharse de la situación usando a sus muertos. Después de escuchar cuidadosamente eso, ¿quién podría sentirse ofendido?
 
Slackman concluye diciendo que: “Intentar convencer a la gente aquí que no se trataba de buscar petróleo o de una guerra contra los musulmanes es como persuadir a muchos americanos que sí lo era y que los atentados del 11 de septiembre fueron los primeros pasos”.
 
¿Y quién puede decir cuál es la verdad y cuál es una loca teoría de la conspiración? Siete años después del 11 de septiembre, queda claro que no será ni Slackman ni el International Herald Tribune.


 

 
 
Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias. También preside el Subcomité del Committee on the Present Danger.
 
 
 
 
©2008 Scripps Howard News Service
©2008 Traducido por Miryam Lindberg